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Eine Küss [Prumano(?)]
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Eine Küss [Prumano(?)]
Antes que nada este fic está en fanfiction y es de mí cuenta :D así que... bueno quién tenga dudas yo escribo así, y sólo subo aquí algunos de mis fics que circulan por FF.net. Les dejo mí cuenta, para que comprueben que soy yo y no una imitación chafa D; :
http://www.fanfiction.net/u/2001437/Freya_Cartman
Disclaimer: Los personajes aquí usados no me pertenecen, son todos de mi futuro esposo Himaruya-sensei y sólo me los presto por un rato. Esta obra es sin fines de lucro y asdf.
Advertencias: Un Prumano sin mucho sentido (?)
__________________________________________________
Gilbert lo miró con gesto aburrido. ¿Por qué tenía que aguantarlo él y a estas horas? West se llevaría una gran reprimenda cuando regresara de su “cena romántica” con Feli-chan.
Lovino tenía una mirada furibunda que dirigía de vez en cuando hacía el prusiano que no hacía más que jugar con un libro. Realmente estaba molesto. España estaba tan ocupado que no podía recibirlo en su casa; Feliciano tenía una cita con el macho-patatas, y lo último que quería era estar en su casa solo y aburrido. Volvió a mirar al pruso que parecía comenzaba a cabecear. ¡Fantástico! Ahora se estaba quedando dormido, ¡que indignación!
—¡Oye, no te duermas bastardo! —le gritó el italiano lanzándole un cojín al albino que abrió los ojos y con rabia observó al italiano.
—Yo ya me voy a dormir, Gute Nacht —dicho y hecho, el pruso se levantó y caminó a su cuarto. Romano se levantó indignadísimo y lo siguió, gritándole.
—¡No te vayas como si nada, pedazo de mierda! —le gritó Lovino alcanzando el brazo del pruso que se detuvo en seco y lo miró con una sonrisa sádica y torcida en su rostro. Lovino retrocedió un poco.
—Escúchame, “Lovi” —ironizó el apodo del más pequeño—, yo no soy el idiota de España para que me trates como se te antoja. Ahora me siento cansado y me iré a dormir, quieras o no, Verstehst du? —se soltó del agarre del italiano y entró a su cuarto, dejando al chico con cara de idiota.
Lovino se sintió enrojecer ante semejante trato por parte del albino. ¡¿Cómo se había atrevido ese bastardo a tratarle de semejante forma?! Le iba a demostrar al pruso que con Lovino Vargas nadie, repito, nadie se mete. El problema residía en, ¿entrar o no entrar a la habitación de Gilbert? He ahí el dilema. No sabía lo que había dentro y si tenía cosas raras como Francia o si tenía algún dispositivo que matara al que entrara. Por un momento su cobardía lo dejo ahí, de pie y frente a la puerta sin saber qué hacer.
No supo cuánto tiempo pasó, ni qué lo impulso a abrir aquella puerta, pero ya lo había hecho. Ya no había vuelta atrás porque estaba dentro del cuarto del alemán mayor, en penumbras y con un miedo que te cagas. A decir verdad la habitación de Prusia era grande y espaciosa, a pesar de la semi-penumbra, podía admirar lo ordenada y el buen estilo del albino. “Que se ve tan gamberro este, y tiene buen gusto, tsk”, pensó malhumorado. Pronto sus pies comenzaron a caminar y la duda lo asaltó. ¿Dónde estaba Prusia? Acababa de entrar, debería estar…
—Al fin entiendo porque West le pone seguro a su puerta cuando tú estás aquí —Lovino se volteó y vio al albino, sin camisa en la puerta de baño, siendo iluminado levemente y con una sonrisa algo extraña. Italia del Sur se sintió paralizado al ver como el albino se acercaba y colocaba sus fuertes manos en torno a sus hombros.
—¿Q-qué mierdas crees que haces, bastardo? —le dijo intentando zafarse y viendo el rostro del otro acercándose lentamente hasta el suyo. No le dio tiempo a reaccionar lo suficientemente rápido, ya que los labios ajenos acababan de chocar contra los suyos.
No supo que pasó después, pero ya estaba fuera de la habitación y escuchaba la risa del prusiano en su alcoba, diciendo muchas burradas que no valía la pena escuchar. Se llevó una mano a los labios y enrojeció.
—¡Bastardo! ¡Me vengare por esto, le diré al macho-patatas y te golpeara! —la puerta se abrió y la cabeza de Prusia se asomó.
—¿Ah sí? —Gilbert alzó una ceja, mirando al chico—, me pegara en especial porque entraste a mi cuarto sin mí permiso. Creo que al que golpearan será a ti. Gute Nacht, Romano —dicho esto cerró la puerta frente a la cara atónita del italiano, que no hizo más que echarse al sofá.
___________________________________
Extra:
Romano se había quedado dormido en la sala y su hermano aún no llegaba con el italiano. De forma silenciosa, Gilbert sacó una manta y la colocó sobre el cuerpo del italiano, acercándose a su oído y depositando un corto y silencioso beso en la mejilla del chico.
—B-bastardo… —escuchó el susurró entre sueños del chico y sonrió, regresando a su cuarto para dormir.
http://www.fanfiction.net/u/2001437/Freya_Cartman
Disclaimer: Los personajes aquí usados no me pertenecen, son todos de mi futuro esposo Himaruya-sensei y sólo me los presto por un rato. Esta obra es sin fines de lucro y asdf.
Advertencias: Un Prumano sin mucho sentido (?)
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Gilbert lo miró con gesto aburrido. ¿Por qué tenía que aguantarlo él y a estas horas? West se llevaría una gran reprimenda cuando regresara de su “cena romántica” con Feli-chan.
Lovino tenía una mirada furibunda que dirigía de vez en cuando hacía el prusiano que no hacía más que jugar con un libro. Realmente estaba molesto. España estaba tan ocupado que no podía recibirlo en su casa; Feliciano tenía una cita con el macho-patatas, y lo último que quería era estar en su casa solo y aburrido. Volvió a mirar al pruso que parecía comenzaba a cabecear. ¡Fantástico! Ahora se estaba quedando dormido, ¡que indignación!
—¡Oye, no te duermas bastardo! —le gritó el italiano lanzándole un cojín al albino que abrió los ojos y con rabia observó al italiano.
—Yo ya me voy a dormir, Gute Nacht —dicho y hecho, el pruso se levantó y caminó a su cuarto. Romano se levantó indignadísimo y lo siguió, gritándole.
—¡No te vayas como si nada, pedazo de mierda! —le gritó Lovino alcanzando el brazo del pruso que se detuvo en seco y lo miró con una sonrisa sádica y torcida en su rostro. Lovino retrocedió un poco.
—Escúchame, “Lovi” —ironizó el apodo del más pequeño—, yo no soy el idiota de España para que me trates como se te antoja. Ahora me siento cansado y me iré a dormir, quieras o no, Verstehst du? —se soltó del agarre del italiano y entró a su cuarto, dejando al chico con cara de idiota.
Lovino se sintió enrojecer ante semejante trato por parte del albino. ¡¿Cómo se había atrevido ese bastardo a tratarle de semejante forma?! Le iba a demostrar al pruso que con Lovino Vargas nadie, repito, nadie se mete. El problema residía en, ¿entrar o no entrar a la habitación de Gilbert? He ahí el dilema. No sabía lo que había dentro y si tenía cosas raras como Francia o si tenía algún dispositivo que matara al que entrara. Por un momento su cobardía lo dejo ahí, de pie y frente a la puerta sin saber qué hacer.
No supo cuánto tiempo pasó, ni qué lo impulso a abrir aquella puerta, pero ya lo había hecho. Ya no había vuelta atrás porque estaba dentro del cuarto del alemán mayor, en penumbras y con un miedo que te cagas. A decir verdad la habitación de Prusia era grande y espaciosa, a pesar de la semi-penumbra, podía admirar lo ordenada y el buen estilo del albino. “Que se ve tan gamberro este, y tiene buen gusto, tsk”, pensó malhumorado. Pronto sus pies comenzaron a caminar y la duda lo asaltó. ¿Dónde estaba Prusia? Acababa de entrar, debería estar…
—Al fin entiendo porque West le pone seguro a su puerta cuando tú estás aquí —Lovino se volteó y vio al albino, sin camisa en la puerta de baño, siendo iluminado levemente y con una sonrisa algo extraña. Italia del Sur se sintió paralizado al ver como el albino se acercaba y colocaba sus fuertes manos en torno a sus hombros.
—¿Q-qué mierdas crees que haces, bastardo? —le dijo intentando zafarse y viendo el rostro del otro acercándose lentamente hasta el suyo. No le dio tiempo a reaccionar lo suficientemente rápido, ya que los labios ajenos acababan de chocar contra los suyos.
No supo que pasó después, pero ya estaba fuera de la habitación y escuchaba la risa del prusiano en su alcoba, diciendo muchas burradas que no valía la pena escuchar. Se llevó una mano a los labios y enrojeció.
—¡Bastardo! ¡Me vengare por esto, le diré al macho-patatas y te golpeara! —la puerta se abrió y la cabeza de Prusia se asomó.
—¿Ah sí? —Gilbert alzó una ceja, mirando al chico—, me pegara en especial porque entraste a mi cuarto sin mí permiso. Creo que al que golpearan será a ti. Gute Nacht, Romano —dicho esto cerró la puerta frente a la cara atónita del italiano, que no hizo más que echarse al sofá.
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Romano se había quedado dormido en la sala y su hermano aún no llegaba con el italiano. De forma silenciosa, Gilbert sacó una manta y la colocó sobre el cuerpo del italiano, acercándose a su oído y depositando un corto y silencioso beso en la mejilla del chico.
—B-bastardo… —escuchó el susurró entre sueños del chico y sonrió, regresando a su cuarto para dormir.
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