12 de Diciembre : Las lagimas de una niña.

La tarde estaba pintada de negro, los cielos eran de tonos grisáceos, cualquiera hubiese pensado que hasta dios mismo lamentaba la pérdida de aquel joven pero, más que nadie, la única que realmente lloraba con todo su dolor era Nina.
El sentimiento de culpa carcomía la poca cordura que quedaba en la chica, parecía una demente. La joven demostraba un aspecto deprimente, parecía que no se había bañado en días y aun tenia la oscura ropa manchada de sangre, no quería quitársela pues la sangre proveniente de su hermano le hacia sentir segura.
Varios familiares estaban ahí reunidos, todos trataban de consolarla, pero solo uno trataba de escucharla.
-Debí haberle dicho que no se fuera, sabia que no era una buena idea, jamás debí haberlo dejado ir-
La chica sollozaba mientras hablaba, pero el moreno solo la abrazaba y la miraba. Aquel moreno era su primo, un joven de cabello muy oscuro, piel morena y ojos azabache. Su nombre era Pedro Veltran Llosa.
Con cierto pesar, un hombre en silla de ruedas aparto a los demás de la castaña, haciendo que esta volteara. Aquel hombre que pasaba de los 45 y llevaba una intravenosa sonrió lo mas natural posible.
-Ninita…- Tosió un poco – No deberías gastar tus lágrimas por alguien que ya no esta aquí hijita, cuando tu madre nos dejo tu lloraste y ahora vuelves a llorar ¿Acaso crees que ellos dos se enorgullecerían de ti al verte ahora?-
Aquellas insensibles palabras por parte de su padre la regresaron a la realidad. Ciertamente quería mucho a su hermano pero jamás había llorado por el hasta aquel día en el que lo vio desengrasarse sin poder hacer nada mas que gritar “¡MI HERMANO SE MUERE, AYUDENME!”. Desde aquel día, sintió la peor vergüenza de su vida. El simple hecho no haber podido salvarlo la atormentaba e humillaba.
Solo podía rogar que cuando el ataúd se enterrara, sus problemas se irían con el.