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Cada cosa en su lugar [Priv: Lovino Vargas]
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Cada cosa en su lugar [Priv: Lovino Vargas]
A Antonio solo le quedaba una cosa por hacer en el pueblo para haberse terminado de instalar completamente: abrir su pequeña tienda, una pequeña frutería. Sus amigos cercanos solían preguntarle acerca de porqué una frutería, ¿qué tendría de interesante eso?
Antonio solo respondía que le gustaban los tomates con una gran sonrisa.
Recorrió el pueblo desde la casa al mercado, deteniéndose cada ciertos pasos para observar cualquier cosa sin importancia. No recordaba que había quedado a una hora determinada tanto con el repartidor que le abastecería de frutas y verduras, como con su nuevo ayudante, el cual sabía que vivía en el pueblo pero aún no lo había podido conocer.
Una vez llegó al mercado, solo tuvo que buscar la tienda que estaba cerrada, y que se notaba que no había sido abierta en mucho tiempo. El chico la miró mientras se acercaba con el ceño fruncido, se esperaba un lugar abandonado y descuidado, pero no tanto. En ese sitio era obvio que nadie había entrado por... ¿siglos? Necesitaría una buena limpieza antes de ser abierto al público. Y quizá hasta muebles nuevos. Su expresión se transformó en una de tristeza al pensar en tener que gastar más dinero de lo planeado.
Al menos, aún no habían llegado ninguna de las dos personas que esperaba; no se veía camión de reparto alguno, y no había nadie parado enfrente de la puerta, así que agradeció tener algo de tiempo para arreglar aunque fuera un poco el local.
Entró, teniendo que hacer esfuerzo en la puerta para abrirla, y en seguida salió una nube de polvo del lugar, haciéndole toser fuertemente. Tras esto, miró adentro, quitando la mano de limpieza que le faltaba, no se veía tan mal. Ya podía imaginar cada estanteria en su lugar, y todos los productos ordenados tanto dentro de la tienda como al lado de la puerta. Se le iluminó el rostro pensando en esas cosas, y sin perder tiempo, comenzó a ponerse a quitar la suciedad en algunos muebles y el suelo, pues en algún sitio tendría que colocar lo que traerían dentro de poco.
Antonio solo respondía que le gustaban los tomates con una gran sonrisa.
Recorrió el pueblo desde la casa al mercado, deteniéndose cada ciertos pasos para observar cualquier cosa sin importancia. No recordaba que había quedado a una hora determinada tanto con el repartidor que le abastecería de frutas y verduras, como con su nuevo ayudante, el cual sabía que vivía en el pueblo pero aún no lo había podido conocer.
Una vez llegó al mercado, solo tuvo que buscar la tienda que estaba cerrada, y que se notaba que no había sido abierta en mucho tiempo. El chico la miró mientras se acercaba con el ceño fruncido, se esperaba un lugar abandonado y descuidado, pero no tanto. En ese sitio era obvio que nadie había entrado por... ¿siglos? Necesitaría una buena limpieza antes de ser abierto al público. Y quizá hasta muebles nuevos. Su expresión se transformó en una de tristeza al pensar en tener que gastar más dinero de lo planeado.
Al menos, aún no habían llegado ninguna de las dos personas que esperaba; no se veía camión de reparto alguno, y no había nadie parado enfrente de la puerta, así que agradeció tener algo de tiempo para arreglar aunque fuera un poco el local.
Entró, teniendo que hacer esfuerzo en la puerta para abrirla, y en seguida salió una nube de polvo del lugar, haciéndole toser fuertemente. Tras esto, miró adentro, quitando la mano de limpieza que le faltaba, no se veía tan mal. Ya podía imaginar cada estanteria en su lugar, y todos los productos ordenados tanto dentro de la tienda como al lado de la puerta. Se le iluminó el rostro pensando en esas cosas, y sin perder tiempo, comenzó a ponerse a quitar la suciedad en algunos muebles y el suelo, pues en algún sitio tendría que colocar lo que traerían dentro de poco.
Antonio Fernández C.[Esp]- User
- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 24/08/2011
Re: Cada cosa en su lugar [Priv: Lovino Vargas]
Se encontraba aburrido, con frío, y, aún peor, con un sentimiento completamente incómodo en la parte posterior de sus rodillas, que no podía describir, por mucho que lo quisiera. Era como si estas le estuvieran diciendo que necesitaba sentarse, pronto, aunque no era nada cercano al cansancio. Y, como si no fuera peor, iba a llegar tarde.
Aunque no era su culpa, después de todo, era culpa del maldito idiota que le había dicho para encontrarse tan temprano, aunque en verdad habían quedado para las cuatro, pero él se consideraba a si mismo inocente, dado a que la siesta después del almuerzo es sagrada, y no se pospone, sin excepción, ni aunque el mismísimo Berlusconi se le apareciera en medio de esta actividad, pues, si eso pasara, le cerraría la puerta en la cara sin pensarlo dos veces.
Se había despertado a las tres y cuarenta y cinco minutos, con el mayor esfuerzo para no mandarlo todo al diablo y pensar que podría conseguir un nuevo trabajo en poco tiempo. Después de todo, no había pasado mucho tiempo desde que había podido deshacerse del lugar en donde vivía antes, y prefería su pequeño departamento mil veces antes que volver al condenado orfanato.
Por alguna razón, el local aún se encontraba un poco lejos de donde le había dejado el bus, y, maldiciendo entre dientes, había empezado a caminar. Ahora se encontraba enojado, preguntándose porque no había tomado un taxi, aunque solo le habría costado aproximadamente el doble, y Dio sabe que necesitaba el dinero.
Sus pensamientos se dispersaron al llegar al lugar, ya se imaginaba como se vería su nuevo jefe, con quién no había tenido mayor conversación que una por teléfono, por la cual se encontraba consideradamente manso, dando a conocer que eran las ocho de la noche y a esa hora se encontraba en un estado sonámbulo, decidiendo entre comer más o irse a dormir de una vez.
Estiro sus brazos y abrió la puerta, ensuciándose las manos con el polvo que había en la manija, limpiándoselas en la parte superior de su pantalón.
Aunque no era su culpa, después de todo, era culpa del maldito idiota que le había dicho para encontrarse tan temprano, aunque en verdad habían quedado para las cuatro, pero él se consideraba a si mismo inocente, dado a que la siesta después del almuerzo es sagrada, y no se pospone, sin excepción, ni aunque el mismísimo Berlusconi se le apareciera en medio de esta actividad, pues, si eso pasara, le cerraría la puerta en la cara sin pensarlo dos veces.
Se había despertado a las tres y cuarenta y cinco minutos, con el mayor esfuerzo para no mandarlo todo al diablo y pensar que podría conseguir un nuevo trabajo en poco tiempo. Después de todo, no había pasado mucho tiempo desde que había podido deshacerse del lugar en donde vivía antes, y prefería su pequeño departamento mil veces antes que volver al condenado orfanato.
Por alguna razón, el local aún se encontraba un poco lejos de donde le había dejado el bus, y, maldiciendo entre dientes, había empezado a caminar. Ahora se encontraba enojado, preguntándose porque no había tomado un taxi, aunque solo le habría costado aproximadamente el doble, y Dio sabe que necesitaba el dinero.
Sus pensamientos se dispersaron al llegar al lugar, ya se imaginaba como se vería su nuevo jefe, con quién no había tenido mayor conversación que una por teléfono, por la cual se encontraba consideradamente manso, dando a conocer que eran las ocho de la noche y a esa hora se encontraba en un estado sonámbulo, decidiendo entre comer más o irse a dormir de una vez.
Estiro sus brazos y abrió la puerta, ensuciándose las manos con el polvo que había en la manija, limpiándoselas en la parte superior de su pantalón.
- Spoiler:
- (( "Dio" es italiano para Dios, solo fyi. Lo siento por lo fail /orz ))
Lovino Vargas [S. Italia]- Huérfano
- Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 04/01/2011
Edad : 26
Re: Cada cosa en su lugar [Priv: Lovino Vargas]
Los minutos pasaban rápidamente mientras seguía inmerso en la tarea que él mismo se había encomendado. Al mismo tiempo quedaba inmerso en sus pensamientos y tarareaba una canción detrás de otra, todo con la intención de hacerlo más llevadero.
Pero llegó el momento en el que le extrañó seguir solo allí. ¿Tal vez se había equivocado de día? No, no era eso. Se pregunta varias cosas mientras dejaba la limpieza dispuesto a lavarse las manos, sucias y llenas de polvo. Pero al menos ahora había un hueco libre y limpio para la mercancía, que contrastaba enormemente con el resto del sitio.
Miró su pequeña obra satisfecho, no hacía falta demasiado para tener ese efecto sobre él. Y tras observar esto, felizmente se dirigió a un pequeño cuarto acondicionado como aseo, que estaba situado en la parte de atrás del local. Justo al lado de otro cuarto algo más grande dónde pensaba establecer una pequeña oficina, con el objetivo de que fuera una especie de habitación donde los empleados pudieran descansar.
Mientras se encontraba allí, luchando contra la suciedad en sus manos, oyó la puerta abrirse. Cerró el grifo del agua rápidamente, sin parar a secarse las manos, completamente mojadas; y así salió corriendo hacia entrada al local con una gran sonrisa de expectación.
-¡Bienvenido! -exclamó a la persona que se encontró allí. Se trataba de un joven castaño, de aspecto algo malhumorado, Antonio en seguida razonó erroneamente en su cabeza que su descontento se debía a haber visto tanto polvo. -Tú debes de ser Lovino, ¿verdad? Te estaba esperando. Yo soy Antonio -se presentó, cogiendo las ambas manos del otro con las suyas y agitándolas rápidamente con el mismo énfasis con el que pronunciaba sus palabras. -Veo que has sabido llegar -comentó con una gran sonrisa.
OFF:
Sorry por la tardanza y por el post rápido ;;
Pero llegó el momento en el que le extrañó seguir solo allí. ¿Tal vez se había equivocado de día? No, no era eso. Se pregunta varias cosas mientras dejaba la limpieza dispuesto a lavarse las manos, sucias y llenas de polvo. Pero al menos ahora había un hueco libre y limpio para la mercancía, que contrastaba enormemente con el resto del sitio.
Miró su pequeña obra satisfecho, no hacía falta demasiado para tener ese efecto sobre él. Y tras observar esto, felizmente se dirigió a un pequeño cuarto acondicionado como aseo, que estaba situado en la parte de atrás del local. Justo al lado de otro cuarto algo más grande dónde pensaba establecer una pequeña oficina, con el objetivo de que fuera una especie de habitación donde los empleados pudieran descansar.
Mientras se encontraba allí, luchando contra la suciedad en sus manos, oyó la puerta abrirse. Cerró el grifo del agua rápidamente, sin parar a secarse las manos, completamente mojadas; y así salió corriendo hacia entrada al local con una gran sonrisa de expectación.
-¡Bienvenido! -exclamó a la persona que se encontró allí. Se trataba de un joven castaño, de aspecto algo malhumorado, Antonio en seguida razonó erroneamente en su cabeza que su descontento se debía a haber visto tanto polvo. -Tú debes de ser Lovino, ¿verdad? Te estaba esperando. Yo soy Antonio -se presentó, cogiendo las ambas manos del otro con las suyas y agitándolas rápidamente con el mismo énfasis con el que pronunciaba sus palabras. -Veo que has sabido llegar -comentó con una gran sonrisa.
OFF:
Sorry por la tardanza y por el post rápido ;;
Antonio Fernández C.[Esp]- User
- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 24/08/2011
Re: Cada cosa en su lugar [Priv: Lovino Vargas]
Hizo un pequeño sonido de “Chigii” al escucharle, con solo su voz tenía algo claro, iba a ser demasiado molesto para él. Su tono era demasiado alto y no pudo evitar sino sorprenderle al creer, segundos después de haber entrado a la primera sala, que no había nadie. Aunque debería haberlo asumido dado que sabía que era solo él. Lo decía hasta en el anuncio. En verdad se preguntaba qué clase de idiota era para entrar a trabajar en una verdulería, pero tampoco podía ser demasiado exquisito con ello. Necesitaba el dinero para mantener su gusto en la cocina.
- Idiota –murmuro para sí mismo, culpándolo del susto que le había dado. Iba a afirmar que era él, hasta que el otro le agarro de las manos, y con la fuerza que este tenía, su cuerpo se iba un poco con el apretón de manos- Puedes dejar de hacer eso?! –Se zafo de aquella acción, limpiándose de nuevo en el pantalón, que ahora tenía una pequeña mancha, mezcla de polvo y agua.-
Vio sus alrededores, notando que el otro había limpiado un poco, pero aún había un montón en lo cual tendría que trabajar ahora. Gruño un poco dado a que no era bueno en aquello de la limpieza, en verdad, nunca lo había tenido que hacer desde pequeño, aunque por castigo, le hacían limpiar la capilla en el orfanato. Nunca más, había pensado cuando había dejado ese lugar. Pero parece que de algunas cosas no se pueden escapar.
-Frunció el ceño y cruzo los brazos, mirándole un poco molesto.- “No gracias a ti” –pensó, enojándose sin razón concreta- Sí… -entrecerró los ojos, al ver que estaba parado en un gran montón de basura. Tsk! Como si no se hubiera ensuciado lo suficiente desde que entro a ese chiquero. Pateando esta, le preguntó- ¿Y, ahora qué quieres que haga?
- Idiota –murmuro para sí mismo, culpándolo del susto que le había dado. Iba a afirmar que era él, hasta que el otro le agarro de las manos, y con la fuerza que este tenía, su cuerpo se iba un poco con el apretón de manos- Puedes dejar de hacer eso?! –Se zafo de aquella acción, limpiándose de nuevo en el pantalón, que ahora tenía una pequeña mancha, mezcla de polvo y agua.-
Vio sus alrededores, notando que el otro había limpiado un poco, pero aún había un montón en lo cual tendría que trabajar ahora. Gruño un poco dado a que no era bueno en aquello de la limpieza, en verdad, nunca lo había tenido que hacer desde pequeño, aunque por castigo, le hacían limpiar la capilla en el orfanato. Nunca más, había pensado cuando había dejado ese lugar. Pero parece que de algunas cosas no se pueden escapar.
-Frunció el ceño y cruzo los brazos, mirándole un poco molesto.- “No gracias a ti” –pensó, enojándose sin razón concreta- Sí… -entrecerró los ojos, al ver que estaba parado en un gran montón de basura. Tsk! Como si no se hubiera ensuciado lo suficiente desde que entro a ese chiquero. Pateando esta, le preguntó- ¿Y, ahora qué quieres que haga?
Lovino Vargas [S. Italia]- Huérfano
- Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 04/01/2011
Edad : 26
Re: Cada cosa en su lugar [Priv: Lovino Vargas]
Rió levemente, sin ocultar su sonrisa al ver como parecía no haberle gustado que lo agarrara de las manos de esa manera. Sin embargo, ese gesto antipático le pareció algo lindo. No dijo nada, simplemente se cruzó de brazos, admirando divertido la reacción del chico. Le siguió con la mirada mientras inspeccionaba el local, arqueando una ceja ante el gruñido que oyó venir de él.
"Tal vez no le guste ver tanta suciedad..." razonó en su mente. "O no sea bueno limpiando" rió de nuevo, agachando la cabeza y cubriéndose la boca con la palma de la mano.
Volvió la vista hacia Lovino cuando este se dirigió a él, pero su mirada se desvió hacia un montón de basura que había en sus pies y acababa de ser pateada. -Oh, vaya... -se quejó rascándose la nuca. -No debiste hacer eso... ahora se esparcirá por donde ya limpié.... -dijo en tono decepcionado, mientras soltaba un ligero bufido.
Recuperó la compostura y en su rostro se apreció de nuevo una gran sonrisa. Se llevó las manos al delantal, ajustándolo y miró alrededor, pensando en el primer trabajo que encomendaría al nuevo empleado. Algo fácil para empezar.
-De momento hoy solo prepararemos esto para que esté decente a la hora de la venta -informó, mirando su reloj de muñeca. -Y tenemos que esperar al camión de reparto... Así que mientras, me ayudarás a limpiar y ordenar el mobiliario -ordenó dándole una ligera palmada en el hombro con expresión amigable.
Se dio la vuelta, dirigiéndose hacia donde había dejado la escoba anteriormente, y una vez la tenía de nuevo en su mano, volvió hacia el italiano, cediéndosela sin vacilar.
-No te preocupes, a mi tampoco me apasiona limpiar -echó una mirada alrededor. -Por eso, acabemos cuanto antes y descansemos, ¿vale? -propuso con una amplia sonrisa.
"Tal vez no le guste ver tanta suciedad..." razonó en su mente. "O no sea bueno limpiando" rió de nuevo, agachando la cabeza y cubriéndose la boca con la palma de la mano.
Volvió la vista hacia Lovino cuando este se dirigió a él, pero su mirada se desvió hacia un montón de basura que había en sus pies y acababa de ser pateada. -Oh, vaya... -se quejó rascándose la nuca. -No debiste hacer eso... ahora se esparcirá por donde ya limpié.... -dijo en tono decepcionado, mientras soltaba un ligero bufido.
Recuperó la compostura y en su rostro se apreció de nuevo una gran sonrisa. Se llevó las manos al delantal, ajustándolo y miró alrededor, pensando en el primer trabajo que encomendaría al nuevo empleado. Algo fácil para empezar.
-De momento hoy solo prepararemos esto para que esté decente a la hora de la venta -informó, mirando su reloj de muñeca. -Y tenemos que esperar al camión de reparto... Así que mientras, me ayudarás a limpiar y ordenar el mobiliario -ordenó dándole una ligera palmada en el hombro con expresión amigable.
Se dio la vuelta, dirigiéndose hacia donde había dejado la escoba anteriormente, y una vez la tenía de nuevo en su mano, volvió hacia el italiano, cediéndosela sin vacilar.
-No te preocupes, a mi tampoco me apasiona limpiar -echó una mirada alrededor. -Por eso, acabemos cuanto antes y descansemos, ¿vale? -propuso con una amplia sonrisa.
Antonio Fernández C.[Esp]- User
- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 24/08/2011
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